Redacción Central
“Latinoamérica después de dejar su piel en las alambradas de las dictaduras, valora hoy al Estado de Derecho como el único antídoto para las tentaciones dictatoriales y para el desarrollo económico de sus países”, expresó el magistrado Sergio Cuarezma Terán, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú, en el marco del seminario “La problemática de la reforma penal y procesal penal en Perú”.
Cuarezma, ante la audiencia universitaria en el Aula de Litigación Oral “Florentino Mixan Mass”, dijo que el Estado de Derecho no es otra cosa que la voluntad soberana de un pueblo de encapsular las tentaciones del poder arbitrario en un marco constitucional y legal, sometiendo al poder a límites y cauces para obligarle a que responda a los intereses generales de la sociedad. “No tenemos más camino que aprender a vivir bajo un Estado de Derecho y un estilo de vida llamado democracia; aquellos que se resisten a respetarlo, más temprano que tarde quedarán recluidos en el manicomio del olvido, viviendo la esquizofrenia de creer que son o fueron los mesías de los pueblos, cuando son los pueblos los que escriben su historia, con mesura y realismo”.
Para el magistrado, que fue nombrado miembro del Consejo Consultivo del Instituto de Investigación de Derecho Público de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, puede observarse que en América hay un proceso de marcha y contramarcha. Por un lado, hay una voluntad hemisférica de continuar por el camino de profundizar la paz, la creación del Estado de Derecho, del respeto a los derechos humanos, de la reforma de la justicia, de promover la participación de la sociedad en la construcción de su sistema político, lucha contra la pobreza y de proveer de seguridad jurídica a las inversiones económicas nacionales y extranjeras.
Sin embargo, advirtió que “también se aprecian algunos conatos de contramarcha reaccionarias que procuran el caos, que aprovechándose de los avances institucionales y democráticos de sus pueblos, desean retornar a dictaduras, pero esta vez sin tanques ni soldados, sino utilizando el propio Estado de Derecho para perseguir y censurar a sus adversarios políticos, económicos, religiosos, comunicadores, en fin, a todo aquello que le cause alergia a su visión dictatorial, castigando el disenso con cárcel”. Pero reiteró que en Latinoamérica no hay cabida para las dictaduras, porque el peso institucional, político y moral del Estado de Derecho supera toda idea delirante para el retorno de las mismas.
Recuperado de La Prensa